Era cuestión de tiempo. Si hace algo más de un año Google anunciaba la digitalización masiva del acervo de universidades norteamericanas e inglesas (Oxford, California, Michigan, Harvard y Stanford, la pública de Nueva York y la del Congreso de los EE UU), la Universidad Complutense se posiciona en el tablero europeo asociándose al proyecto.
Según Google, su objetivo es sencillo, facilitar la búsqueda de libros relevantes, en especial aquellos que no se pueden encontrar de ningún otro modo, como por ejemplo libros descatalogados, al tiempo que se respetan los derechos de autores y editores.
Google vs. Europa
¿Hemos de entender la acción de la Complutense como un signo indiferente a los planes europeos, partidarios de crear un frente común hacia la iniciativa anglo-norteamericana? Indudablemente, hay una estrategia institucional, pero del mismo modo, no creo que ninguna universidad hispana quede indiferente viendo cómo Google Books referencia miles de libros en español y ninguno de ellos proviene de sus estanterías. Eso puede suponer una pérdida de influencia más que grave en los próximos años.
Ahora Google puede presumir de que su proyecto ya no es solo englosajón. Uno no tiene más remedio que pensar en las consecuencias, como en un inmenso campo de fichas de dominó: ¿Para cuándo una universidad asiática? Y en términos de lengua, ¿qué marcará en Iberoamérica está decisión española?
Hay algo que inquita bastante: el valor económico de una biblioteca digital era hasta ahora más abstracto. Google ha etiquetado el valor de cualquier proyecto de estas características con Google Books. Contabilicen el costo de Google por cada libro digitalizado y eso es grosso modo lo que mañana vale, por ejemplo, la Cervantes Virtual.
Consecuencias en los derechos de autor
Google será el artífice de dar acceso visible a todo el dominio público estacionado en la biblioteca de la Universidad Complutense. Hay que incidir en este punto. Este proyecto de Google ataca bien poco a los cesionarios de los derechos de autor de esos libros, por tanto.
Ahora bien, si Google proyecta esos libros en la Red, al mismo tiempo se convierte en editor. Es por tanto competencia legal de cualquier editor que desee hacer lo mismo en papel.
La cuestión no varía: generación de derechos sobre dominio público, puesto que la Ley de Propiedad Intelectual legitima la generación de derechos privativos a partir de dominio público. Es decir, si una editorial desea publicar una obra de dominio público, ostenta los derechos exclusivos de su edición. En un futuro próximo, la Universidad Complutense y Google se convertirán en editores digitales con derechos de autor privativos sobre esas publicaciones digitales.
Lo que es de esperar es que mantengan voluntariamente la filosofía del dominio público, y que se faciliten esas publicaciones a los usuarios con todos los derechos, devolviendo así a la sociedad lo que la sociedad les ha facilitado.
Por citar un ejemplo, la Cervantes Virtual tiene digitalizado dominio público, pero no facilita completamente los derechos a los usuarios de ese dominio público. Es decir, no mantiene el dominio público de sus propias ediciones (prueben a imprimir algunas de ellas). Parafraseando a Lessig y con cierto sentido metafórico que no niego, "Nadie puede hacer a la Cervantes Virtual lo que la Cervantes Virtual a hecho a Cervantes".
27 septiembre 2006
Google arriba a la Universidad española
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